viernes, 11 de septiembre de 2009

Edipo. Una trilogía.

Un escenario de unos quinientos metros cuadrados podía haber dado más de sí para interpretar estos clásicos de Sófocles, si hubiera sido el mismo Sófocles quien hubiera realizado su versión de estas tres tragedias veintiséis siglos después. Quizás con un coro de quince personas en la orquestra, los tres actores que él mismo introdujo a las representaciones y la escenografía y los decorados elaborados por él, se hubiera conseguido una representación menos efectista y más acorde a lo que de un clásico puedes esperar.

La representación, de dos horas y media, en la que se versionan las tres tragedias de Sófocles cuyo protagonista es el héroe clásico Edipo, se concibe como una trilogía a la manera de Georges Lavaudant, en la que a partir de Edipo Rey, Edipo en Colono y Antígona se cuenta el mito de Edipo, sus circunstancias y sus desgraciada consecuencias que le conducen a su ya conocido funesto destino.

El texto de “Edipo. Una Trilogía” es un texto denso y bastante fidedigno en las partes que se han tomado de las tragedias versionadas, sin embargo, se han introducido algunos giros del habla cotidiana, quizás con el fin de ser más inteligible para el espectador del siglo XXI que no ha leído a Sófocles y, por qué no, para hacer más amenos los diálogos y monólogos, interminables algunos.
En cualquier caso, se han acortado partes muy relevantes de la tragedia por falta de tiempo y para que la historia tenga un ritmo más rápido. En la parte final de la obra, parte que ocupa la versión de Antígona, se ha cambiado el texto original ya que Hemón, hijo de Creonte y Eurídice, no es el marido de Antígona, sino su pretendiente.

En la representación en sí, si que se han mantenido características típicas de la tragedia griega como por ejemplo, varios actores interpretan varios personajes (aunque el elenco es de bastantes más que de tres actores), hay personajes que están en escena y no dicen una palabra y las partes más trágicas son narradas por personajes para que el espectador no las vea con sus propios ojos. En este punto, cabe señalar que no son mensajeros quienes nos las cuentan, sino personajes con cierta relevancia, como Ismene o Polínices, hijos ambos de Edipo.

La escenografía es quizás lo más innovador en esta obra teatral. Siempre hay un escenario, con una pantalla y, en momentos puntuales, sobre ésta, se proyectan imágenes que nada tienen que ver con la historia y que dan un toque de anacronismo constante con lo que en el texto nos relatan (de esta manera, mientras que Edipo está ocupado con su resis, maldiciendo al asesino de Layo, en la pantalla aparece una ciudad con edificios devastados y en ruinas y perros muertos entre los escombros, o más avanzada la historia, una taza de café en un primer plano y también coches y mapas de ciudades aparecen sobre el improvisado altar que a veces hace de altar y otras de Palacio y no deja de ser el escenario que hay dentro del propio escenario).

Con pequeñas variaciones en la escenografía es como llega a conseguirse el espacio múltiple de la obra: diferentes habitáculos, diferentes ciudades y diferentes tiempos, que son conseguidos con pequeños cambios en la utilería, a veces, excesivamente moderna para la época, ya que en la parte final de la obra, pueden verse aparatos tales como teléfonos, televisores, lámparas y máquinas de coser.

Son los espacios que originan las variaciones en el tiempo cronológico de la obra, los que dan a la representación los distintos niveles del tiempo tal y como contempla G. Barrientos en su obra “Cómo comentar una obra de teatro”; por un lado tenemos el tiempo patente o escenificado, por otro el latente que transcurre durante la obra sin que podamos verlo, como la guerra que se produce entre los dos hermanos hijos de Edipo, y el ausente, que en Edipo se materializa cuando los personajes narran los hechos fatales que ocurren fuera del campo visual del espectador.

Si mencionamos a las dimensiones del teatro, en cuanto al espacio se refiere, podemos encontrarnos con la ruptura de la separación entre el espacio escénico, el dramático y el espacio de la sala, con actores que interpretan fuera del escenario e incluso podemos decir que llegan a romper la cuarta pared, dirigiéndose a los espectadores en sus largos monólogos y solicitando la opinión, la súplica o el perdón de los espectadores que observamos impasibles, su drama. El drama o mejor dicho, tragedia de toda una saga familiar, que pese a los años, directores y actores que la han hecho suya, aún sigue llegando al espectador, consiguiendo de él su propia catarsis, ya tenga ésta la intención de mitigar o entender el dolor, comprenderlo o simplemente, mirarlo y admirarlo con cierta distancia y pensar para uno mismo…que es una muy buena obra de teatro.

lunes, 13 de julio de 2009

Menos rosas (Mahmud Darwish)

La poesía de Mahmud Darwish en Menos rosas es una poesía profunda y angustiosa que pertenece a la etapa de madurez del poeta palestino.
Nos encontramos a un poeta que cae en la desolación, que grita contra las injusticias y que quiere que su grito de desesperación sea escuchado y traspase las fronteras, incluso que se llegue a universalizar y no ha etiquetar en su causa, en su Palestina.

Se trata de de un poemario compuesto por cincuenta poemas en los cuales el título de cada uno de ellos es tomado de la primera frase con la que empieza el poema. (Es preciso destacar que existe un poema que no toma su nombre de las primeras palabras del verso, sino que tiene un título diferente, se trata de Despedida para lo que vendrá.)
Este hecho, al igual que la forma de algunos de ellos, da una sensación de descuido por parte del autor o por el contrario, de ser esclavo de un onirismo pleno que no deja al poeta descanso alguno. Posiblemente, por lo que comentan críticos de renombre, estos poemas no son fruto del azar o de la espontaneidad, sino que están perfectamente concebidos, su comienzo, su estructura, su forma de ser concluidos… e intrínsecamente unidos a ese deseo del autor de ser tenido en cuenta, de que su poesía sea leída y de que pueda servir para algo.

Utiliza un lenguaje rico en metáforas, incluso en ocasiones, el poema en sí versa sobre alguna de ellas, desarrollándolas. Son muy frecuentes en su vocabulario poético las rosas, el camino, el trigo, las espadas, la luna, las nubes, el viaje, la tierra, las palmeras, el mar, el relinchar de caballos, las tumbas, los pájaros, la cárcel… Es evidente que cada vocablo tiene su sentido y el hecho de que sean tantas veces repetidas nos dan una premisa que sostienen todos aquellos que estudian la poesía de Mahmud Darwish, y es que se trata de un poeta con una obsesión: la opresión que sufre su pueblo. Por ello, las palabras que utiliza se mueven entre la dualidad de la libertad frente a la opresión, la vida frente a la muerte, la esperanza contra el desahucio.

Es un poeta que sufre por su tierra, por los problemas políticos que acaecen en su patria. Y no sólo los sufre con el corazón y el alma, sino que también los ha sufrido en su cuerpo; ha vivido la expulsión, el exilio y la cárcel, y estos detalles autobiográficos también quedan reflejados en su obra. Del mismo modo que queda reflejado aquellos lugares que han significado algo en su vida: Galilea (En el camino hay otro camino), Damasco (¿No puedes apagar la luna?, La flauta ha llorado, Fechamos nuestros días con las mariposas, En Damasco hay un Damasco), Palestina (En esta tierra, Yo soy de allí), Beirut (Por primera vez ve el mar), Córdoba (Representa mi último papel, Si pudiera volver a empezar)

A pesar de hablar desde la tristeza y la nostalgia, sus versos son delicados, finos, sutiles y de una gran belleza (El último tren se ha parado en el último andén, y nadie salva a las rosas. Ninguna paloma se posa en una mujer de palabras […]). Otras, en cambio, opta por un lenguaje más desgarrador, un tono más vigoroso y combativo, como en Ladrones de tumbas o Me quieren muerto.
En cuanto a la forma poética utilizada, Mahmud Darwish utiliza la prosa poética, la métrica árabe o el verso libre, según su gusto y necesidad, confiriendo a cada poema un estilo diferente, que les hace únicos y que de este modo expresa de la mejor manera posible aquello que el autor siente la necesidad de contar.

El universo de Mahmud Darwish es fácilmente reconocible, evoca paisajes abiertos, caminos por recorrer, travesías marítimas a dónde llegar. También canta a la justicia, suspira por lo perdido, pide clemencia y busca respuestas. Sobrecogen de especial forma los versos finales de He visto la última despedida, “… Pero aún no veo la tumba. ¿No tengo derecho a una tumba, después de todas estas fatigas?”, donde el poeta, exhaustado, parece no ver salida al destino que le espera a su patria y a su propio ser. Se trata de la completa desilusión y la pérdida de esperanza plena que se ha hecho verso y que resume la desolación de una persona que lucha desde lejos, en la distancia y con una única arma: su poesía.

martes, 7 de julio de 2009

Poemas amorosos árabes (Nizar Kabbani)

Enfrentarse a leer poesía no es tarea fácil, por lo menos para mí. Aún menos si posteriormente tienes que tratar de escribir un comentario a lo que has leído, o mejor dicho, a lo que has comprendido del texto que tienes en tus manos; de un cúmulo de poemas que no siguen la estructura lógica de planteamiento, nudo y desenlace derivada de la estructura clásica presentada por Aristóteles como Prólogo, Episodio y Éxodo, tan estereotipadas en la novela.

Por otro lado, me parece cruel tener que sonsacar de lo escrito por un poeta reconocido (o no, si no fuera el caso), y escudriñar en sus más profundos sentimientos para analizar y materializar aquello que dice estrofa a estrofa, verso a verso y ni tan siquiera, en el mejor de los casos, acercarte un ápice a lo que en realidad quería plasmar desde sus más íntimos pensamientos.

Por supuesto, que cuando sentencio aquí de esta manera, me estoy refiriendo a mí misma y no a todos los críticos, estudiosos de la materia y literatos que no se enfrentan con miedo a la poesía, que la comprenden, la aman y la interpretan para que personas como yo, podamos estudiarla de una forma más cómoda, sin tanta implicación, para entenderla un poquito o por lo menos para disfrutarla en su lectura.

Dicho esto, voy a comenzar a hablar del libro de Nizar Kabbani y sus Poemas Amorosos Árabes en un intento de acercarme al místico y filosófico mundo de la poesía, intentando que las obviedades en que pueda caer no sean reiterantes y que lo que pueda interpretar o lo que los poemas me hayan podido sugerir, no roce demasiado lo necio o lo vulgar.

Tengo que empezar con la primera obviedad de la que prometía alejarme en el párrafo anterior y es en lo que respecta al tema central de este libro de poemas, ya que no se puede decir otra cosa que no sea que Nizar Kabbani habla del amor por encima de cualquier otra cosa.
Habla de un amor en estado puro, del amor que se siente en ese preciso instante y no de un amor que pasó y aún queda en el corazón, doliendo. Kabbani nos habla de un amor que siente en ese preciso momento y no es un amor perecedero, porque es palpable (o por lo menos esa es la impresión que me da) y se siente, aún cuando se lee algunas décadas después. Está presente, y esto sucede aunque la amada no lo esté, como en los poemas de Canción para una viajera, Teléfono o Nochevieja en Madrid…

Utilizando los colores en sus versos, “ropas amarillas […], rojos vestidos” (Más grande que todas las palabras), produce que la sensación al leerlos, sea una sensación de alegría, de bienestar y, en definitiva, un estado de ánimo estable, que nada tiene que ver con el desasosiego que en otras ocasiones nos provoca el amor, o la sensación de enajenación que podemos percibir en otros poetas “enamorados”.

La amada es engalanada en sus versos con palabras que la cubren de honra, a ella se refiere como amada, princesa, señora, gatita, pequeña, amiga… todos estos adjetivos o sustantivos la confieren un aire de supremacía frente al poeta, pero a la vez de una complicidad entre ambos que conduce a la reciprocidad de las palabras y de las acciones, quedando patente que el amor que se profesan es mutuo, es un canto al amor, a la felicidad que provoca el estar enamorado y lo que es aún más importante, al ser correspondido.
No por ello dejan de acompañar al poeta esos sentimientos tan adheridos al amor como son la nostalgia, la melancolía o la tristeza, intrínsecos en el propio amor y sin los cuales el amor no sería precisamente lo que es: una dualidad constante entre el sí y el no, entre el tener y el no tener.

Podemos decir que los protagonistas de los Poemas Amorosos Árabes son el mismo poeta y su amada, si es que no hubiera más de una, como ya apunta el traductor y prologuista de la edición, Pedro Martínez Montávez.
Se trata de una amada de hoy en día, una amada afrancesada (como pueda ser la Janine de Existencialista), una amiga que fuma, toma un café, comparte lecturas, una mujer caprichosa (A una vendida) o una Sherezada vanidosa (Como todas las mujeres).

Incluso en estos dos últimos poemas citados, en los que no alaba las características más “virtuosas” de la mujer, sino por el contrario, ataca el lado más sibilino, perspicaz y orgulloso de sus amantes, el poeta se inclina ante el amor, no renuncia a él e incluso lo denomina “la octava maravilla”.
Refleja una personalidad fuerte, abrumadora, inquebrantable pero a veces, se escuchan también sus lamentos. Y entonces, evoca a los ojos, a las manos y a las palabras de su señora.

Merece ser destacado, sobre todo por el desconcierto que produce al leerlo, el cambio de rol que experimenta el poeta en Cosas pequeñas, en el que en lugar de hablar por sí mismo toma la voz de la amada y el poema es escrito en femenino, lo cual hace (por lo menos en mi caso) llegar a pensar en posibles errores en la traducción que pronto se desechan al encontrar otro poema escrito de igual manera, Palabras.
La interpretación que le puedo dar al respecto tiene que ver con la reciprocidad de la que antes hablaba. El poeta está tan seguro del amor que profesa que se le da la vuelta, y tiene el valor de decir lo que la amada también siente por él. Es la valentía del enamorado, el mayor acto de valentía que provoca esa plenitud emocional. Kabbani no necesita que se lo digan porque está enamorado y sabe lo que experimenta él y lo también experimenta la persona amada. Se siente reflejado en sí mismo y de esa manera es capaz de expresarlo.

Pero en el amor la duda siempre sobrevuela nuestras cabezas y quizás sea eso lo que el poeta trata de transmitir. No es la seguridad antes mencionada, sino puede que sea precisamente su contrario, y de miedo que siente, lo plasma para insuflarse el valor que ha perdido, para auto convencerse de que sí, de que es amado aunque esté débil y sin fuerzas o incluso haya caído en la más profunda desesperación. Esta segunda interpretación podría encajar más con el poema Cosas pequeñas, así como la primera para Palabras, por su tono quizás, o por su evocación a las alturas; a las nubes, a los cielos y a las plumas que sitúan al poeta como si tuviera la perspectiva de ver desde otro punto de vista, más objetivo, más racional.

Si hablamos del lenguaje poético podríamos decir que no se trata de una poesía con mensajes encriptados y metáforas abruptas, sino una poesía llana, que apela a los sentidos, que distrae al corazón y que le alienta.
Las palabras con las que juega son cotidianas, amables, cercanas… y confieren al poemario una sensación de armonía que se conjuga con el colorido de las piedras preciosas, de las telas, del mar, de los ojos y del cabello de la mujer, de las estrellas y de las flores de los jardines que tan presente están en esta obra.
Percibiendo también cierta sofisticación, exotismo y un aire cosmopolita en algunos de sus pasajes, donde mezcla palacios de oriente con elementos castizos madrileños, el París más hippie con la noche en Hong Kong o lugares fantásticos (Simbad el marino, la lámpara de Aladino) con la España andalusí.

Para terminar, me gustaría hacerlo reescribiendo el poema que más me ha llegado de todos ellos y que resume lo que para mí es la esencia de los Poemas Amorosos Árabes de Nizar Kabbani. Se trata de Poema marítimo.




Poema marítimo.

En el puerto azul de tus ojos
se oyen las palabras de la luz
y el gotear de la lluvia,
y las velas se pierden en la nada
bajo soles borrachos.

En el puerto azul de tus ojos
se abre una ventana hacia los mares,
y cruzan gaviotas que persiguen
islas inexistentes.

En el puerto azul de tus ojos
cae la nieve en estío,
y mil barcos repletos de esmeraldas
han hundido los mares,
sin hundirse.

En el puerto azul de tus ojos
salto, igual que un niño, por las rocas,
me lleno de salitre los pulmones,
y regreso cansado,
como un pájaro.


En el puerto azul de tus ojos
sueño en ser marinero de los mares,
y pescador de las lunas,
de nardos y perlas.
En el puerto azul de tus ojos,
de noche, hablan las rocas.
En el libro cerrado de tus ojos,
¿quién escribió tantísimos poemas?

Si fuera,
si yo fuera marinero,
anclaría cada noche con mi barco
en el puerto azul de tus ojos.

sábado, 6 de junio de 2009

El callejón de los milagros

El callejón de los milagros, publicada en 1947, es una de las novelas más conocidas e importantes del autor egipcio Naguib Mahfuz.
Cuenta la historia de los habitantes del Callejón de Midaq, lugar donde ocurre la mayor parte de la historia.

Se estructura la novela en 35 capítulos, cada uno de los cuales cuenta la historia de un personaje y a medida que la trama avanza se entremezclan estos y sus historias. De su estructura interna podríamos decir que es circular, comienza en el café de Kirsha y es ahí donde termina.

Resumen de los capítulos.

Capítulo 1: Se nos presenta el callejón, sus tiendas y quienes las regentan, haciendo especial hincapié en el café de Kirsha.
Capítulo 2: Nos habla de Saniya Afifi, propietaria del segundo inmueble del callejón (en cuya primera planta tenía su morada el doctor Bushi y en la segunda, Umm Hamida y su hija Hamida), una viuda que busca un marido joven con la ayuda de Umm Hamida, la casamentera del callejón.
Capítulo 3: Está protagonizado por Hamida.
Capítulo 4: Se presenta a Abbas y a Husain Kirsha.
Capítulo 5: Vuelve a la historia de Hamida y sus ganas de salir del callejón. Relata el primer encuentro con su pretendiente Abbas.
Capítulo 6: Nos habla de Kirsha y sus conquistas amorosas.
Capítulo 7: Aparece el oscuro personaje de Zaita y sus aberrantes quehaceres.
Capítulo 8: Es el capítulo destinado a Salim Alwan y su bazar.
Capítulo 9: Nos muestra a la señora Kirsha disgustada con su marido por sus escarceos amorosos homosexuales.
Capítulo 10: Retoma la historia de Abbas pretendiendo a Hamida durante uno de sus paseos.
Capítulo 11: Cuenta como la señora Kirsha, desesperada, pide consejo a Radwan Husaini sobre qué hacer con su marido. Después narra la conversación que mantienen Husaini y el señor Kirsha.
Capítulo 12: Nos narra la secuencia de la señora Kirsha encolerizada en el café cuando descubre a su marido con el joven y la posterior discusión entre el matrimonio.
Capítulo 13: Se produce la pedida de la mano de Hamida por parte de Abbas y la despedida de éste.
Capítulo 14: En este capítulo Husain Kirsha se va de casa de sus padres, con la discusión correspondiente.
Capítulo 15: Nos narra como es pedida en matrimonio la señora Afifi a través de la casamentera Umm Hamida.
Capítulo 16: Vuelve a hablarnos de Zaita y su intento de seducción fallido hacia la panadera Husniya.
Capítulo 17: El dueño del bazar, Salim Alwan, le pide a Umm Hamida la mano de su hija.
Capítulo 18: Umm Hamida le cuenta la noticia a su hija. Al día siguiente Umm Hamida va a aceptar el compromiso de su hija y se entera del infarto que ha sufrido Alwan.
Capítulo 19: Se cuenta como se prepara un mitin electoral junto al callejón de Midaq. Durante un discurso de un político se produce el primer encuentro visual entre Hamida e Ibrahim Faraj.
Capítulo 20. Ibrahim Faraj comienza a ser un asiduo al café de Kirsha. Se produce el planeado encuentro entre Hamida e Ibrahim.
Capítulo 21: La señora Afifi visita al doctor Bushi para ponerse dentadura de oro debido a su inminente boda.
Capítulo 22: Cuenta el regreso de Alwan al callejón y narra su enfermedad y cómo ésta le ha cambiado la forma de ver la vida y su carácter.
Capítulo 23: Segundo encuentro de Hamida e Ibrahim. Visita a la casa de éste.
Capítulo 24: Trata la última noche de Hamida en el callejón y su fuga con Ibrahim por la mañana.
Capítulo 25: Se produce el regreso de Husain Kirsha a casa de sus padres con su esposa y cuñado.
Capítulo 26: Ibrahim le enseña a Hamida el prostíbulo, sin saber aún ella que lo era.
Capítulo 27: Zaita y el doctor Bushi van al cementerio a robar una dentadura de un muerto y les detiene la policía.
Capítulo 28: Regreso de Abbas de Tell el- Kebir y descubrimiento de la desaparición de Hamida.
Capítulo 29: Salim Alwan y su disputa con el jeque Darwish (y posterior perdón).
Capítulo 30: Cuenta como Husain Kirsha y Abbas van a la taberna de Vita en el barrio judío.
Capítulo 31: Narra la situación de Hamida, su creciente odio a Ibrahim, y cómo abandona el prostíbulo y se va en taxi hacia la plaza de la ópera.
Capítulo 32: Se produce el encuentro entre Abbas y Hamida y la posterior discusión de éstos en la floristería. Hamida le propone a Abbas que se vengue de Ibrahim.
Capítulo 33: Despedida de Radwan Husaini por su peregrinación a La Meca y a Medina.
Capítulo 34: Se produce el episodio que llevará al desenlace de la trama. Abbas encuentra a Hamida con clientes ingleses y no puede controlar su ira, produciéndose una pelea que acabará hiriendo a la joven y con la muerte de Abbas.
Capítulo 35: Regreso de Husaini al callejón donde da la noticia de la muerte de Abbas. Continuación de la vida en el callejón.

Personajes.

En cuanto a los personajes, podemos hablar de una novela coral en la que se nos presenta una galería de personajes cuyo nexo de unión es el callejón. Viven en él, regentan un local o ambas cosas. Cada uno de ellos tiene su personal relación con el callejón, algunos lo odian y quieren escapar de él, como Hamida y Husain Kirsha (quienes representan la juventud más rebelde), otros en cambio lo adoran y auguran su feliz futuro formando parte del vecindario del callejón, como Abbas, el Tío Kamil, el jeque Darwish. También los hay que desprecian a sus habitantes; suele el ser el caso de los de poder adquisitivo mayor, como la Señora Afifi, Salim Alwan o Zaita, en cuyo caso los motivos que le impulsan a odiar a los demás nada tienen que ver con su posición económica. Por otro lado, estarían los personajes que se conforman con lo que la vida les depara y viven en paz consigo mismo y con Dios, como Radwan Husaini.

Existen otros personajes que tienen menos peso en la historia, como el matrimonio de panaderos, Yaada y Husniya y otros que protagonizan algunas anécdotas más relevantes en la historia como el doctor Bushi.

Tiempo.

El tiempo de la acción se corresponde con la Segunda Guerra Mundial, hacia 1944- 45, más o menos, ya que se menciona su inminente fin.
En cuanto al tempo, podemos decir que es una novela rápida, la acción sucede en unos meses cualesquiera, prácticamente tomados al azar por el autor. La simultaneidad de las historias ayuda a que la historia sea contada con esa rapidez de la que hablamos. Se suceden hechos al mismo tiempo en cada parte del callejón.
El orden de la historia es el orden de los hechos. El narrador no altera la secuencia de lo que va ocurriendo en el callejón.

Espacio.

En cuanto al espacio, nos encontramos con el más importante de la novela, que es aparte de localización de ésta, personaje principal. Se trata del microcosmos del callejón, su día a día, su miseria y su decadencia.
Frente al callejón, aparecen otros lugares con menos relevancia en la historia que se anteponen como antagonistas a éste. Aquí encontraríamos el lujo del prostíbulo, la plaza de la Reina Farida, la Plaza de la Ópera… También son importantes en las historias de los personajes las calles aledañas al callejón, que sin pertenecer a un estatus social mayor al de Midaq, si que dan la sensación de libertad a los protagonistas que se sienten atrapados en el callejón. Estos lugares serían aquellos por los que pasea Hamida; la calle del Muski, la calle Nueva, la de Sanadiqiya, etc.… Por último, los escenarios donde se vive el vicio y sus gentes tienen más que ver con los habitantes del callejón: el barrio judío, taberna Vita, y el cabaret donde trabaja Hamida y encuentra la muerte Abbas.


Lenguaje y estilo.

El lenguaje es sencillo. El autor vuelve a escribir utilizando una prosa rápida y sin pretensiones. Utiliza frases cortas, describiendo con pinceladas a los personajes y narrando con objetividad y sin emitir juicio alguno, las peripecias de los personajes. Las expresiones son coloquiales y los diálogos escuetos. Utiliza la tercera persona, siendo por tanto un narrador omnisciente.

Valoración de la novela.

El callejón de los milagros es una novela que está tan bien narrada, que no puedes dejar de leer para saber qué va a suceder con cada personaje que va presentándote el autor. Es una novela de fácil lectura, con una trama no excesivamente complicada e incluso, en algunos momentos, bastante previsible, pero aún con todo sientes constantemente el deseo de saber más acerca de cada uno de ellos.

Con pocos detalles de cada personaje, se van construyendo en tu interior el mundo que les rodea, sus sentimientos y pretensiones y llegas a comprender a cada uno de ellos casi, como si les conocieras de toda la vida.

Es conmovedor ese final, en el que a pesar de las tragedias que ocurren a algunos de los habitantes del callejón, como a Abbas, a Hamida o a Zaita y el doctor Bushi, los habitantes, siguen sus vidas y el callejón, impasible, recobra la normalidad casi sin haberla perdido en ningún momento.

Vuelve a sorprenderme el autor. Sinceramente, es muy buena novela.

lunes, 13 de abril de 2009

Los abrazos rotos (Pedro Almodóvar)


Los abrazos rotos, decimoséptima película de Pedro Almodóvar, es la historia de un director de cine, Mateo Blanco (Lluís Homar) que se enamora de una actriz vocacional, Lena (Penélope Cruz), amante del empresario Ernesto Martel (José Luís García). La pasión que sienten y las circunstancias trágicas que rodean este amor, les hace huir a Lanzarote, dónde pretenden rehacer juntos su vida. El hecho inesperado de que se estrene la película en la que ambos habían trabajado, desencadena una tragedia que acabará con la vida de Lena y dejará ciego a Mateo.

A partir de ese momento, Mateo decide utilizar su pseudónimo, Harry Caine, para continuar con su vida, decidiendo así que Mateo Blanco también hubiera muerto junto a Lena en Lanzarote.
Catorce años más tarde, Harry Caine es un guionista reconocido que cuenta con la ayuda de Judith (Blanca Portillo) y el hijo de ésta, Diego (Tamar Novas).

Ha borrado de su vida su pasado hasta que un día aparece un joven director, Ray X (Rubén Ochandiano) que quiere hacer una película con él. Este hecho, pondrá en alerta a Judith y tras una ausencia de ésta y mientras Harry cuida de Diego, le contará la historia que tanto tiempo ha permanecido oculta.

La estructura del relato.La película se estructura en dos partes: pasado y presente se mezclan para aclarar los hechos que llevaron a Harry a sus circunstancias actuales. El autor, utiliza la técnica de la confesión para esclarecer esos hechos y la película cuenta con flash back que nos dan información del pasado de otros personajes que Harry no conoce y que nosotros, como espectadores omniscientes, debemos tener en cuenta para que el relato cuente con la coherencia necesaria.

Pese a contar con elementos que alteran el orden de la narración, como los flash back o las elipsis, esta película mantiene una estructura clásica.

En un primer momento, el punto de arranque o planteamiento se nos presenta con un tórrido encuentro entre Harry y una viandante cualquiera (interpretado por Kira Miró). Esta escena, que puede parecer accesoria, nos presenta al protagonista como un hombre que pese a ser ciego tiene autoestima y se toma la vida con humor. También nos sirve esta escena para presentarnos a los personajes de Blanca Portillo y de Tamar Novas, quienes forman parte de la vida y del trabajo del protagonista y por supuesto, para ubicar la historia, dando lugar a la intriga, cuando se descubre que Ernesto Martel ha muerto.
Este planteamiento concluye con el primer nudo de la trama o punto de giro, donde descubrimos la verdadera identidad de Ray X y nos plantea preguntas que tendremos que averiguar en el nudo o desarrollo.

Este desarrollo tiene lugar a partir de un accidente sufrido por Diego que le obliga a permanecer en cama unos días y es Harry quien se ocupa de él. Ante la curiosidad del joven, Harry decide contarle la historia de Lena, de Enrique y de Mateo Blanco.
Se trata de la parte más extensa de la película, donde conoceremos a otros personajes y a los que ya conocemos nos los ubica en otra época: catorce años atrás.

El segundo punto de giro se nos presenta cuando descubren Lena y Mateo que se ha estrenado la película en Madrid, cambiando los planes de la pareja furtiva de amantes de rehacer su vida en la isla, por la decisión de regresar a Madrid para plantar cara a Ernesto.
Pero es entonces, cuando irrumpe el clímax en la trama con el accidente de tráfico que sufren los protagonistas, en el que Lena pierde la vida y Mateo se queda ciego, precipitando la historia hacia su desenlace.

El desenlace nos desvela cómo Mateo es ayudado por Judith a salir adelante, cómo se produce y por qué el cambio de nombre en el protagonista y en definitiva, cómo sigue la vida hasta el momento actual en el que se encuentran.
Pero aún queda otro giro inesperado en el que Judith aclara algunos aspectos de la historia que Harry le ha contado a su hijo y descubrimos que Judith vendió a Mateo por celos a Ernesto, cómo montó la película para vengarse de él y además, se descubre (algo totalmente previsible desde el primer momento) que Tomás es hijo de Harry.
Harry, va entonces en busca de Ray X para hacer la película que le había propuesto al principio de la historia, pero Judith le disuade con la noticia de que puede recuperar el material de la película y montarla de nuevo, a su gusto y con un buen criterio. La ironía se apodera de Harry; puede, por fin, ver montada su película, sin haber recuperado la vista.

Tramas secundarias o subtramas.En mi opinión, no considero que existan tramas secundarias en el relato, ya que todas las historias que se desarrollan giran en torno a la trama principal y le sirven a ésta para nutrirse y para adquirir la verosimilitud, credibilidad e inteligibilidad que necesita una historia para que tenga coherencia.

Por ello, la historia de Lena, desde que es secretaria y prostituta hasta que conoce a Mateo Blanco en la prueba de actores de su película, pasando por ser la amante de su ex jefe, Ernesto Martel, no puede considerarse una subtrama, sino parte de la historia principal.

Por otro lado, la historia de Ernesto hijo, utilizado por su padre para espiar a Lena y su obsesión final por hacer una película sobre su vida con Harry Caine, también es parte de la trama.

Al igual sucede con Diego y su ingestión accidental de drogas, ya que hace de detonante o motor para que la historia sea contada por su protagonista.

Quizás por tratarse de un elemento novedoso en esta película, podríamos destacar en este apartado, como subtrama aún sin serlo, el remake que Almodóvar hace de su propio film Mujeres al borde de un ataque de nervios, titulado en este caso Mujeres y maletas.
Con este elemento, Almodóvar hace un guiño a su filmografía, homenajeando su cine y por antonomasia, al cine.

Género y tratamiento del tema.Aún sin ser esta película un film perteneciente al cine negro, si que encontramos tratamientos en el tema que aparecen en este tipo de género. La intriga, el amor fatal, la violencia… Aunque quizás su mejor clasificación sería la de drama.

Personajes.La demarcación entre los personajes está muy bien lograda en esta película. Nos encontramos con protagonistas y antagonistas muy bien definidos y complementarios como Harry Caine, (personaje principal protagonista) y su antagonista y personaje secundario, Ernesto Martel o Judit García, (personaje principal de la película) y su antagonista Lena, que por su aparición en pantalla podría tratarse de un personaje secundario pero por la importancia de éste en el relato sería un personaje principal y casi coprotagonista.

Los personajes secundarios serían Diego y Ray X. Diego, no llega a despuntar ni en la trama, ni en la interpretación realizada por el actor Tamas Novar, sin embargo, Ray X interpretado por Rubén Ochandiano, (y considerado también como el Mcguffin de la historia de Mateo Blanco) tiene un papel más relevante y goza de una mejor interpretación (siendo mejor, para mi gusto, la que se corresponde con los años noventa).

En general, los personajes principales están bien construidos, tienen presencia escénica y son respaldados por buenos diálogos, situaciones y acciones acorde con sus caracteres.
Merece señalar las buenas interpretaciones de Ángela Molina (madre de Lena), de Lola Dueñas (lectora de labios), de Carmen Machi (Chon), de Rossy de Palma (Julieta) y de Chus Lampreave (portera), que pese a tener apariciones breves, dan consistencia a las acciones que desarrollan y en algunos casos, hacen muy buena comedia.

Diálogos.
El monólogo final de Judit García, personaje que interpreta Blanca Portillo y que según Almodóvar está inspirado en Deborah Kerr en La noche de la Iguana, de John Huston, a pesar de ser muy intenso y dramático, no es especialmente revelador para la historia, quizás sí para el personaje, a quien le sirve de catarsis y de elemento liberador de toda la presión y mala conciencia acumulada desde hace catorce años. Sin embargo, lo que al espectador le transmite no marca un antes y un después en la trama argumental, aunque sí que explica detalles que sino quedarían en el aire, como por ejemplo, cómo se llega a estrenar la película Mujeres y maletas o cómo localizan a la pareja de enamorados en Lanzarote.

Estructura de la idea.Un guión parte de una idea dramática o anécdota que ha llamado la atención del guionista. En el caso de Los abrazos rotos, fue una fotografía que tomó Almodóvar en una playa en Lanzarote. Se trataba de una fotografía del paisaje de la playa desde un alto. Al revelarla, descubrió que en el margen inferior derecho había dos amantes abrazados que, por supuesto, no había visto cuando tomó la foto. Es a partir de esta idea cuando el director comienza a elaborar una idea núcleo que será la tesis de la historia de Los abrazos rotos.

Fotografía, planos y banda sonora.La fotografía, a pesar de contar con el fotógrafo Rodrigo Prieto, quien trabajó en películas con tan buena foto como Babel (2006) y Amores Perros (1999), deja de ser esa fotografía colorista a la que Almodóvar nos tiene acostumbrados para convertirse en una foto más sobria y lúgubre (quizás por exigencias del propio relato).

Muchos planos resultan sosos y tampoco apreciamos secuencias que estén a la altura de las míticas almodovarianas: como el portarretratos de canicas rompiendo contra el suelo de La Flor de mi Secreto o el buceador vibrador que se baña con Victoria Abril en Átame.

La banda sonora vuelve a correr a cargo de Alberto Iglesias, quien ha trabajado los últimos doce años con el director.


Conclusiones.Los abrazos rotos rompe definitivamente con la premisa almodovariana de hacer películas de mujeres, como hiciera ya en el 2004 con La mala educación.
Al igual que la anterior vez, en mi opinión, no acertó con el tema ni con el guión, con Los abrazos rotos ha superado cualquier expectativa.

Se trata de una película que homenajea al cine y a su vez, al propio cine del director manchego (o al revés). La historia no es rocambolesca, al contrario, es bastante sencilla y por esa razón ha podido levantar tantas críticas, ya que quizás esperaban más.

No es un argumento pretencioso, ni siquiera lo son las interpretaciones, aunque son bastante correctas. Los personajes no nos atrapan porque no nos identificamos con ellos, son sórdidos, a veces oscuros y otras demasiado normales.

Pese a ser un drama de manual, Almodóvar no se ha olvidado de la vis cómica de sus actrices fetiche y a incorporado otras nuevas en su elenco cinematográfico. Muy recomendable sería ver, justo después de la película, el cortometraje La concejala antropófaga, por si alguien se queda con más ganas de disfrutar de la comedia que plantea Carmen Machi al final de la cinta.

jueves, 26 de marzo de 2009

Anda (la casa incierta). Teatro para bebés.




Dentro del Ciclo de Teatro para bebés Rompiendo el cascarón, que se realiza en el Teatro Fernán Gómez - Centro de Arte de Madrid, hemos podido disfrutar de Anda, una pequeña obra de treinta minutos escasos de duración en la que se intenta narrar todo aquello que sucede durante el periodo comprendido entre la gestación y el nacimiento de un ser humano, y donde, a través del cordón umbilical, madre e hija dialogan, se descubren secretos y se reconocen y susurran, andando juntas por el camino que han de transitar hasta el nacimiento.

Esta obrita para bebés, para edades recomendadas entre 6 meses y 3 años, pretende acercarnos a lo que siente una mujer cuando está embarazada y a todo lo que le supone tener el bebé que espera, combinando la invención de todo un mundo que aflora dentro de una barriga con los sentidos más básicos que fluyen entre el no nacido y su futura madre: sonidos de música y murmullos de tripas, tacto de los cambios de posición o roces del bebé, gusto de sabores que pasan de la boca al ombligo, olfatos agudos que provocan nauseas y la vista reflejada sobre la gran barriga blanca, donde se imagina lo que será un nuevo ser, sus andanzas y aventuras por el mundo que le espera.

Pese a contar con una sola intérprete, Eugenia Manzanera, el montaje requiere una compleja puesta en escena desde el punto de vista técnico, ya que combina a la perfección videos, sonidos e iluminación sobre un vestido blanco que porta la actriz y que a su vez, hace las veces de vientre materno. Se combina la performance con el videoarte en algunas ocasiones, creando una sensación tremendamente onírica y sensorial donde el espectador puede intentar identificar sonidos desconocidos para los adultos y, quién sabe si reconocidos por los más pequeños, aquéllos que tienen más reciente la estancia en ese mundo interior confortable, húmedo y caliente.

Son textos poéticos en algunas ocasiones, dirigidos al público adulto, y quizás resulten “aburridos” para los niños, pero se alternan con otros donde no faltan las onomatopeyas y que se inspiran en la torpeza de los payasos de circo y en los clown, permitiendo a los niños soltar una carcajada y de este modo darse un respiro entre el misterio y la expectación que se crea en el escenario.

Es relevante el lenguaje corporal que utiliza la actriz debido a la edad del público objetivo de esta obra: se sirve de la mímica, de movimientos sencillos y sutiles que embelesan a los más pequeños, utiliza sonidos guturales, balbucea alguna palabra y cuida los gestos de su cara, dotándoles de mayor expresividad, quizás por verse privada de cierta movilidad en el escenario ya que la actriz permanece inmóvil durante gran parte del espectáculo, en el interior de su vestido blanco.

La escenografía se consigue en un espacio reducidísimo, no más de cuatro por cuatro metros donde luces y sombras, formas ovaladas y utilería en color blanco hacen muy agradable y plácida la representación. El público ocupa su espacio de sala sobre asientos puf y cojines que están dispuestos en la moqueta, a ras del escenario y a un metro escaso de éste.

Al final de la representación, un globo aerostático sujeto por la actriz con una pértiga se acerca a los niños uno por uno, con una luz interna, en un intento de iluminar a los protagonistas verdaderos de la obra de teatro y permitiendo a los bebés más atrevidos traspasar la cuarta pared y colarse en el escenario como si también quisieran formar parte del él.

La sensación de tranquilidad y sosiego que siente un adulto al ver la obra no sé si puede ser comparable a la que vive un niño, al igual que no sabemos si los más pequeños son capaces de reconocer e identificar lo que sucede en el escenario y asumirlo como una vivencia reciente y propia, lo que sí se percibe es que disfrutan de la experiencia como si entendiesen todo, con los ojos bien abiertos, sin dejar de prestar atención a lo que escuchan y a lo que ven, y expresan todo tipo de emociones y sentimientos que van desde el llanto a la carcajada, pasando por el miedo y el nerviosismo de alguien que no sabe lo que va a pasar entre esas cuatro paredes que forman el espacio escénico, porque se trata de un espectador puro, que no sabe de teatro ni de representaciones, y poder contemplar eso, ser espectadores de la primera vez que alguien experimenta el teatro, es el verdadero deleite de esta obra.

Miramar (Naguib Mahfuz)

Miramar es el punto de encuentro de siete protagonistas a los que les une el destino en la ciudad de Alejandría.

El título del libro es el nombre de la pensión que regenta Madame Mariana, una mujer que ha experimentado el lujo y la belleza en sus propias carnes y que ahora, envejece a la vez que cuida para que su negocio sea el mismo lugar “decente” y “prestigioso” que fue algún día.

Allí llega el primer huésped: Amer Wagdi. Un conocido periodista ya anciano, que ha visto como su carrera se ha echado a perder con los años y que quiere pasar lo que le queda de vida en la más absoluta tranquilidad, disfrutando de su ciudad natal y de la pensión en la que pasara, tiempo atrás, los días más felices de su vida.

Unos días después, llega un segundo huésped. Se trata de Tolba Bey Marzuq, quien ha saboreado los sinsabores de la Revolución. También anciano, aunque menos que Amer, fue Subsecretario de Estado para el Ministerio de Asuntos religiosos y un gran terrateniente; secuaz del Rey y enemigo del Wafd. Ha perdido todo, o casi todo, ya que la Revolución le expropió sus bienes.

Ambos dos, dadas sus circunstancias de soledad, comienzan a tratarse, pese a ser claros antagonistas y con opiniones tan distintas sobre lo que supuso la Revolución para el país. Comparten desayunos en la pensión, cafés en los bares de la ciudad y conversaciones junto con Mariana, vieja amiga ambos.

Un día llega a la pensión la joven fellaha Zohra, huyendo de su pueblo y de las viejas tradiciones que quieren casarla con un señor mayor. El padre de la campesina, antes de morir, había sido proveedor de Mariana y Zohra le había acompañado en sus visitas, por lo que la conocía bien. Al morir su padre y ser obligada por el abuelo de ésta a contraer matrimonio, se escapa de su pueblo y va en busca de un trabajo a la pensión Miramar.
Allí la recibe Amer, quien queda prendado de ella, en el sentido más proteccionista de la palabra. También Mariana, quien le da trabajo como criada en la pensión y Tolba, que actúa con suspicacia ante la juventud y belleza de la campesina.

El siguiente en llegar será Sarhan el Beheiry, jefe del Departamento de Contabilidad en una fábrica textil de Alejandría.
Una semana después llega Hosny Allam, (joven terrateniente que llega a Alejandría con las intenciones de montar un negocio), y por último Mansour Bahy, locutor de los Servicios de Radiodifusión de Alejandría, de unos veinticinco años.

Pasan apenas unos meses y cada uno de los protagonistas va viviendo sus experiencias en la ciudad, con sus conflictos, dudas, planes de futuro y con un denominador común: la influencia que ejerce ante todos los hombres la presencia de Zohra.

Zohra, además de esquivar las aprovechadas intenciones de Hosny y de Mansour, y de rechazar la propuesta de matrimonio de Mahmoud Abu el Abbas, recibe la visita de su hermana mayor y de su cuñado, para llevársela de nuevo al pueblo, pero ella se niega. Por otra parte, movida por el amor que siente hacia Sarhan y por su afán de prosperar en la vida, decide aprender a leer y a escribir para poder aprender un oficio.

El día de Nochevieja, Sarhan el Beheiry decide irse de la pensión y hace creer que se va con Aleya, la profesora de Zohra que vive en el mismo edificio de la pensión y con quien mantiene una relación paralela a la que mantiene con la campesina.

Esa misma tarde, Sarhan el Beheiry, aparece muerto en una carretera y Mansour Bahy se confiesa autor del crimen aunque realmente, su versión, no se corresponde con la versión oficial de la policía.

Critica literaria.

Estructura.

La estructura interna de Miramar está formada por cinco capítulos de los cuales, el primero y el último, están reservados a la misma persona, Amer Wagdi, (primer personaje en llegar a la pensión) y el resto, a los tres personajes protagonistas masculinos.

La estructura de cada capítulo, a su vez, es la misma para todos. Existe un narrador en primera persona, el propio personaje, que nos va narrando los hechos más significativos que ocurren en la pensión de Miramar desde su llegada. A su vez, se producen flash back que nos permiten conocer algo más de los personajes protagonistas. En el capítulo dedicado a Sarhan, hay una excepción con respecto a los demás, y es que su historia la empieza a contar desde antes de instalarse en la pensión Miramar. Este tipo de narrador, en el que se unen la voz, la visión y el personaje, se conoce como homodiegético. El protagonista es a su vez el Yo testigo de lo que sucede a su alrededor.

Esta forma de abrir la novela con un personaje y acabarla con el mismo cierra el círculo del complejo entramado de sus páginas, haciendo a la historia y a la novela una obra redonda.

Personajes.

Los personajes se nos presentan de manera indirecta, a base de matices, y lo que es más importante, a través de los ojos de los otros personajes.

Se trata de una novela polifónica, es decir, numerosas voces nos cuentan lo que sucede en la pensión. Esta técnica permite ir conociendo desde los detalles más nimios a los hechos más relevantes de la historia con la subjetividad de distintos puntos de vista, convirtiendo así al lector en un lector omnisciente, ya que es éste quien realmente conoce la historia verdadera y los hechos objetivos una vez finaliza la lectura.

En este sentido, se podría decir que se trata de una obra compleja, por la sencilla razón de ser contada por cuatro de sus protagonistas.

El autor utiliza el monólogo interior de los protagonistas y predominan los diálogos. También, en ocasiones, el autor utiliza como forma de expresión de sus personajes el monólogo citado o soliloquio.

Los personajes con más relevancia en la historia de Miramar son siete; dos femeninos y cinco masculinos, de los cuales, destacan y tienen capítulo propio, como ya hemos comentado, cuatro de ellos.

Existen también otros personajes secundarios que sirven perfectamente como nexo de unión entre los personajes principales. De esta manera, Safeya, comienza siendo novia de Sarhan y cuando éste la abandona, conoce a Hosny, con el que se ve en varias ocasiones. O la profesora de Zohra, Aleya, que termina enamorada de Sarhan. También Mahmoud Abu el Abbas, el quiosquero, sirve de nexo entre Sarhan y Zohra. O la misma Zohra, que une en un triángulo mortal a Mansour, Hosny y Sarhan.

Mariana, por razones obvias y de localización, también sirve de nexo de unión entre todos los personajes, pero sin duda, el nexo más fuerte es la pensión Miramar, un personaje más en la historia y un espacio muy importante para el desarrollo de la misma.
Al igual que la ciudad de Alejandría; su luz, el reflejo de mar, su clima y sus bares están presentes en la historia y juegan un papel muy importante, por ejemplo, en los estados de ánimo de los personajes.

A su vez, en cada capítulo dedicado a uno de esos cuatro protagonistas, podemos encontrarnos con flash- back que nos dan más detalles de la vida de éstos. De no ser así, no obtendríamos esa información básica que perfila los personajes y que nos sitúan en los hechos acaecidos durante los meses que dura el relato, no más de dos o tres.

La construcción de los personajes, a pesar de no ser exhaustiva – se basa en pequeñas pinceladas que como hemos dicho, nos dan los propios personajes- se complementa perfectamente en sus dos partes: la retrospectiva (nos pone en antecedentes de los hechos más importantes que les han ocurrido a los personajes) y la propia narración de la historia que nos quiere contar el autor en Miramar.

Así, por ejemplo, conocemos como fue relegado de su profesión Amer Wagdi, como Sarhan el Beheiry planea junto con su amigo Ali Bakir traficar con lino, como Mansour Bahy mantiene una relación con la mujer de su amigo y por qué se siente como un traidor, o como Hosny busca emprender un negocio y los motivos que le empujan a ser un crápula.


Tiempo/Tempo.

El tiempo transcurrido en la novela, es decir, lo que se conoce por tiempo externo, podría rondar los dos o tres meses; desde el otoño hasta la Nochevieja, (aunque realmente al autor no le interesa que se sepa exactamente).
Por otro lado, la temporalización interna o tiempo del discurso, es breve.
Se limita básicamente a contarnos los aspectos más significativos de lo que ocurre en la pensión, los hechos que no pasan desapercibidos en un sitio y en un lugar donde no suele pasar nada. De ahí, que los cuatro protagonistas, en sus capítulos respectivos, coincidan en narrar las mismas cosas (con excepciones), porque son las cosas que rompen, por decirlo de alguna manera, la calma de la vida en la pensión.
Este tiempo del discurso, que como hemos dicho, es breve, en ocasiones se ralentiza con los flash- back de sus protagonistas, una técnica que el autor utiliza para presentarnos a los personajes

El orden de la historia sigue el orden natural de los hechos, aunque contado desde diferentes puntos de vista. A veces, en cambio, si que aparecen anacronías en la historia, como las analepsis en el relato de Amer Wagdi, rememorando sus tiempos de periodista, o las de Hosny o Mansour. Se puede decir, por tanto, que pese a primar la temporalización lineal en las diferentes partes de la obra, el conjunto, se correspondería más con una temporalización múltiple o simultánea en la que a los personajes les suceden anécdotas y situaciones, en diferentes espacios desdoblados, al mismo tiempo que a otros les suceden otras. O incluso, que se lleguen a mezclar esas anécdotas o situaciones.

Esto da origen a un ritmo rápido a la historia donde parece ser que el narrador sólo cuenta lo importante, no deteniéndose en lo accesorio.

Espacio.

Como hemos señalado cuando nos referíamos a los personajes, es muy importante, en este libro, el tratamiento del espacio. Nos encontramos con una novela situada geográficamente en Alejandría, una ciudad Mediterránea, con su luz, con su clima y con sus condiciones atmosférica peculiares. Esto influye en la historia en la medida en que influye en los protagonistas.

Por otro lado tenemos la pensión. Centro neurálgico de todos los personajes que aparecen en la novela e importante pilar sobre el que se sustenta ésta. La acción transcurre mayoritariamente entre sus muros, al igual que dentro de éstos pasan las cosas más significativas.

Lenguaje.

Miramar es una novela escrita con una prosa rápida y fácil, con predominio de diálogos y algún que otro monólogo.

El lenguaje es asequible, aunque a veces el autor utiliza términos del árabe que dan más autenticidad al relato como fellaha al referirse a la campesina Zohra, ferekeeko, (el equivalente a nuestro tío coloquial), que utiliza continuamente Mansour Bahy, o expresiones y frases hechas típicas de la cultura y la religión árabe como son las referencias a Dios.

En general, utiliza un lenguaje sencillo y coloquial, por el predominio de diálogos que hemos comentado, y a penas se observan las diferencias de cultura en los personajes que forman la novela.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Acerca de... Miramar


He de decir que tenía ciertas reticencias a la hora de adentrarme en la Literatura árabe. Quizás eran prejuicios infundados desde que cursé primero de Filología Árabe y toda la literatura a la que se hacía referencia era al Corán y a poemas clásicos de autores difíciles de nombrar.

A pesar de todo, siempre me ha llamado la atención esta cultura y después de dos viajes al Magreb, me llamó aún más la atención su gente.

Por este motivo, decidí volver a darle una oportunidad al árabe (no como idioma esta vez, sino como literatura) y la verdad es que me ha sorprendido gratamente.
Recuerdo en la presentación de la asignatura que se habló de cómo en la literatura actual, los autores árabes trataban los mismos temas que los occidentales europeos y, ciertamente, pensé que era un comentario exagerado.

Pero realmente, con Miramar sucede así. El autor trata temas universales y sus personajes viven como vivirían en un país occidental. No quiero que se me malinterprete con este comentario, en el sentido de que no crea que puedan estar capacitados para hablar de lugares comunes sino que como he dicho anteriormente, el único acercamiento a la literatura árabe lo tuve con los versos del Corán y algún poeta clásico, por lo que tenía la falsa idea de que los árabes escribían de su religión y del amor (la ignorancia de una servidora llega hasta ese punto) y precisamente, esos temas religiosos o de amor cortés, no son mis preferidos.

Así que Miramar no sólo me ha encantado como novela, sino que me ha parecido deliciosa. El estilo de Mahfouz me ha encandilado y me ha permitido romper con esos prejuicios ignorantes que poseía antes de coger este libro.

La historia contada desde las cuatro voces me ha parecido innovadora y muy rica para aportar detalles que de otro modo pasarían inadvertidos. Los personajes se han construido de una manera correcta y sutil y con una prosa muy llana y sencilla.

Y Alejandría…, siempre presente en la historia. Dan ganas de ir y buscar si todavía existe Miramar…

pequeña introducción

Comienzo este blog con Mahfuz. he de reconocer que tenía mis reticencias a leer literatura árabe moderna y con este libro, Miramar, que además abre este nuevo blog, me he desprendido de los prejuicios sin fundamento que me decían que los árabes escribían todavía como sus clásicos.