jueves, 26 de marzo de 2009

Anda (la casa incierta). Teatro para bebés.




Dentro del Ciclo de Teatro para bebés Rompiendo el cascarón, que se realiza en el Teatro Fernán Gómez - Centro de Arte de Madrid, hemos podido disfrutar de Anda, una pequeña obra de treinta minutos escasos de duración en la que se intenta narrar todo aquello que sucede durante el periodo comprendido entre la gestación y el nacimiento de un ser humano, y donde, a través del cordón umbilical, madre e hija dialogan, se descubren secretos y se reconocen y susurran, andando juntas por el camino que han de transitar hasta el nacimiento.

Esta obrita para bebés, para edades recomendadas entre 6 meses y 3 años, pretende acercarnos a lo que siente una mujer cuando está embarazada y a todo lo que le supone tener el bebé que espera, combinando la invención de todo un mundo que aflora dentro de una barriga con los sentidos más básicos que fluyen entre el no nacido y su futura madre: sonidos de música y murmullos de tripas, tacto de los cambios de posición o roces del bebé, gusto de sabores que pasan de la boca al ombligo, olfatos agudos que provocan nauseas y la vista reflejada sobre la gran barriga blanca, donde se imagina lo que será un nuevo ser, sus andanzas y aventuras por el mundo que le espera.

Pese a contar con una sola intérprete, Eugenia Manzanera, el montaje requiere una compleja puesta en escena desde el punto de vista técnico, ya que combina a la perfección videos, sonidos e iluminación sobre un vestido blanco que porta la actriz y que a su vez, hace las veces de vientre materno. Se combina la performance con el videoarte en algunas ocasiones, creando una sensación tremendamente onírica y sensorial donde el espectador puede intentar identificar sonidos desconocidos para los adultos y, quién sabe si reconocidos por los más pequeños, aquéllos que tienen más reciente la estancia en ese mundo interior confortable, húmedo y caliente.

Son textos poéticos en algunas ocasiones, dirigidos al público adulto, y quizás resulten “aburridos” para los niños, pero se alternan con otros donde no faltan las onomatopeyas y que se inspiran en la torpeza de los payasos de circo y en los clown, permitiendo a los niños soltar una carcajada y de este modo darse un respiro entre el misterio y la expectación que se crea en el escenario.

Es relevante el lenguaje corporal que utiliza la actriz debido a la edad del público objetivo de esta obra: se sirve de la mímica, de movimientos sencillos y sutiles que embelesan a los más pequeños, utiliza sonidos guturales, balbucea alguna palabra y cuida los gestos de su cara, dotándoles de mayor expresividad, quizás por verse privada de cierta movilidad en el escenario ya que la actriz permanece inmóvil durante gran parte del espectáculo, en el interior de su vestido blanco.

La escenografía se consigue en un espacio reducidísimo, no más de cuatro por cuatro metros donde luces y sombras, formas ovaladas y utilería en color blanco hacen muy agradable y plácida la representación. El público ocupa su espacio de sala sobre asientos puf y cojines que están dispuestos en la moqueta, a ras del escenario y a un metro escaso de éste.

Al final de la representación, un globo aerostático sujeto por la actriz con una pértiga se acerca a los niños uno por uno, con una luz interna, en un intento de iluminar a los protagonistas verdaderos de la obra de teatro y permitiendo a los bebés más atrevidos traspasar la cuarta pared y colarse en el escenario como si también quisieran formar parte del él.

La sensación de tranquilidad y sosiego que siente un adulto al ver la obra no sé si puede ser comparable a la que vive un niño, al igual que no sabemos si los más pequeños son capaces de reconocer e identificar lo que sucede en el escenario y asumirlo como una vivencia reciente y propia, lo que sí se percibe es que disfrutan de la experiencia como si entendiesen todo, con los ojos bien abiertos, sin dejar de prestar atención a lo que escuchan y a lo que ven, y expresan todo tipo de emociones y sentimientos que van desde el llanto a la carcajada, pasando por el miedo y el nerviosismo de alguien que no sabe lo que va a pasar entre esas cuatro paredes que forman el espacio escénico, porque se trata de un espectador puro, que no sabe de teatro ni de representaciones, y poder contemplar eso, ser espectadores de la primera vez que alguien experimenta el teatro, es el verdadero deleite de esta obra.

Miramar (Naguib Mahfuz)

Miramar es el punto de encuentro de siete protagonistas a los que les une el destino en la ciudad de Alejandría.

El título del libro es el nombre de la pensión que regenta Madame Mariana, una mujer que ha experimentado el lujo y la belleza en sus propias carnes y que ahora, envejece a la vez que cuida para que su negocio sea el mismo lugar “decente” y “prestigioso” que fue algún día.

Allí llega el primer huésped: Amer Wagdi. Un conocido periodista ya anciano, que ha visto como su carrera se ha echado a perder con los años y que quiere pasar lo que le queda de vida en la más absoluta tranquilidad, disfrutando de su ciudad natal y de la pensión en la que pasara, tiempo atrás, los días más felices de su vida.

Unos días después, llega un segundo huésped. Se trata de Tolba Bey Marzuq, quien ha saboreado los sinsabores de la Revolución. También anciano, aunque menos que Amer, fue Subsecretario de Estado para el Ministerio de Asuntos religiosos y un gran terrateniente; secuaz del Rey y enemigo del Wafd. Ha perdido todo, o casi todo, ya que la Revolución le expropió sus bienes.

Ambos dos, dadas sus circunstancias de soledad, comienzan a tratarse, pese a ser claros antagonistas y con opiniones tan distintas sobre lo que supuso la Revolución para el país. Comparten desayunos en la pensión, cafés en los bares de la ciudad y conversaciones junto con Mariana, vieja amiga ambos.

Un día llega a la pensión la joven fellaha Zohra, huyendo de su pueblo y de las viejas tradiciones que quieren casarla con un señor mayor. El padre de la campesina, antes de morir, había sido proveedor de Mariana y Zohra le había acompañado en sus visitas, por lo que la conocía bien. Al morir su padre y ser obligada por el abuelo de ésta a contraer matrimonio, se escapa de su pueblo y va en busca de un trabajo a la pensión Miramar.
Allí la recibe Amer, quien queda prendado de ella, en el sentido más proteccionista de la palabra. También Mariana, quien le da trabajo como criada en la pensión y Tolba, que actúa con suspicacia ante la juventud y belleza de la campesina.

El siguiente en llegar será Sarhan el Beheiry, jefe del Departamento de Contabilidad en una fábrica textil de Alejandría.
Una semana después llega Hosny Allam, (joven terrateniente que llega a Alejandría con las intenciones de montar un negocio), y por último Mansour Bahy, locutor de los Servicios de Radiodifusión de Alejandría, de unos veinticinco años.

Pasan apenas unos meses y cada uno de los protagonistas va viviendo sus experiencias en la ciudad, con sus conflictos, dudas, planes de futuro y con un denominador común: la influencia que ejerce ante todos los hombres la presencia de Zohra.

Zohra, además de esquivar las aprovechadas intenciones de Hosny y de Mansour, y de rechazar la propuesta de matrimonio de Mahmoud Abu el Abbas, recibe la visita de su hermana mayor y de su cuñado, para llevársela de nuevo al pueblo, pero ella se niega. Por otra parte, movida por el amor que siente hacia Sarhan y por su afán de prosperar en la vida, decide aprender a leer y a escribir para poder aprender un oficio.

El día de Nochevieja, Sarhan el Beheiry decide irse de la pensión y hace creer que se va con Aleya, la profesora de Zohra que vive en el mismo edificio de la pensión y con quien mantiene una relación paralela a la que mantiene con la campesina.

Esa misma tarde, Sarhan el Beheiry, aparece muerto en una carretera y Mansour Bahy se confiesa autor del crimen aunque realmente, su versión, no se corresponde con la versión oficial de la policía.

Critica literaria.

Estructura.

La estructura interna de Miramar está formada por cinco capítulos de los cuales, el primero y el último, están reservados a la misma persona, Amer Wagdi, (primer personaje en llegar a la pensión) y el resto, a los tres personajes protagonistas masculinos.

La estructura de cada capítulo, a su vez, es la misma para todos. Existe un narrador en primera persona, el propio personaje, que nos va narrando los hechos más significativos que ocurren en la pensión de Miramar desde su llegada. A su vez, se producen flash back que nos permiten conocer algo más de los personajes protagonistas. En el capítulo dedicado a Sarhan, hay una excepción con respecto a los demás, y es que su historia la empieza a contar desde antes de instalarse en la pensión Miramar. Este tipo de narrador, en el que se unen la voz, la visión y el personaje, se conoce como homodiegético. El protagonista es a su vez el Yo testigo de lo que sucede a su alrededor.

Esta forma de abrir la novela con un personaje y acabarla con el mismo cierra el círculo del complejo entramado de sus páginas, haciendo a la historia y a la novela una obra redonda.

Personajes.

Los personajes se nos presentan de manera indirecta, a base de matices, y lo que es más importante, a través de los ojos de los otros personajes.

Se trata de una novela polifónica, es decir, numerosas voces nos cuentan lo que sucede en la pensión. Esta técnica permite ir conociendo desde los detalles más nimios a los hechos más relevantes de la historia con la subjetividad de distintos puntos de vista, convirtiendo así al lector en un lector omnisciente, ya que es éste quien realmente conoce la historia verdadera y los hechos objetivos una vez finaliza la lectura.

En este sentido, se podría decir que se trata de una obra compleja, por la sencilla razón de ser contada por cuatro de sus protagonistas.

El autor utiliza el monólogo interior de los protagonistas y predominan los diálogos. También, en ocasiones, el autor utiliza como forma de expresión de sus personajes el monólogo citado o soliloquio.

Los personajes con más relevancia en la historia de Miramar son siete; dos femeninos y cinco masculinos, de los cuales, destacan y tienen capítulo propio, como ya hemos comentado, cuatro de ellos.

Existen también otros personajes secundarios que sirven perfectamente como nexo de unión entre los personajes principales. De esta manera, Safeya, comienza siendo novia de Sarhan y cuando éste la abandona, conoce a Hosny, con el que se ve en varias ocasiones. O la profesora de Zohra, Aleya, que termina enamorada de Sarhan. También Mahmoud Abu el Abbas, el quiosquero, sirve de nexo entre Sarhan y Zohra. O la misma Zohra, que une en un triángulo mortal a Mansour, Hosny y Sarhan.

Mariana, por razones obvias y de localización, también sirve de nexo de unión entre todos los personajes, pero sin duda, el nexo más fuerte es la pensión Miramar, un personaje más en la historia y un espacio muy importante para el desarrollo de la misma.
Al igual que la ciudad de Alejandría; su luz, el reflejo de mar, su clima y sus bares están presentes en la historia y juegan un papel muy importante, por ejemplo, en los estados de ánimo de los personajes.

A su vez, en cada capítulo dedicado a uno de esos cuatro protagonistas, podemos encontrarnos con flash- back que nos dan más detalles de la vida de éstos. De no ser así, no obtendríamos esa información básica que perfila los personajes y que nos sitúan en los hechos acaecidos durante los meses que dura el relato, no más de dos o tres.

La construcción de los personajes, a pesar de no ser exhaustiva – se basa en pequeñas pinceladas que como hemos dicho, nos dan los propios personajes- se complementa perfectamente en sus dos partes: la retrospectiva (nos pone en antecedentes de los hechos más importantes que les han ocurrido a los personajes) y la propia narración de la historia que nos quiere contar el autor en Miramar.

Así, por ejemplo, conocemos como fue relegado de su profesión Amer Wagdi, como Sarhan el Beheiry planea junto con su amigo Ali Bakir traficar con lino, como Mansour Bahy mantiene una relación con la mujer de su amigo y por qué se siente como un traidor, o como Hosny busca emprender un negocio y los motivos que le empujan a ser un crápula.


Tiempo/Tempo.

El tiempo transcurrido en la novela, es decir, lo que se conoce por tiempo externo, podría rondar los dos o tres meses; desde el otoño hasta la Nochevieja, (aunque realmente al autor no le interesa que se sepa exactamente).
Por otro lado, la temporalización interna o tiempo del discurso, es breve.
Se limita básicamente a contarnos los aspectos más significativos de lo que ocurre en la pensión, los hechos que no pasan desapercibidos en un sitio y en un lugar donde no suele pasar nada. De ahí, que los cuatro protagonistas, en sus capítulos respectivos, coincidan en narrar las mismas cosas (con excepciones), porque son las cosas que rompen, por decirlo de alguna manera, la calma de la vida en la pensión.
Este tiempo del discurso, que como hemos dicho, es breve, en ocasiones se ralentiza con los flash- back de sus protagonistas, una técnica que el autor utiliza para presentarnos a los personajes

El orden de la historia sigue el orden natural de los hechos, aunque contado desde diferentes puntos de vista. A veces, en cambio, si que aparecen anacronías en la historia, como las analepsis en el relato de Amer Wagdi, rememorando sus tiempos de periodista, o las de Hosny o Mansour. Se puede decir, por tanto, que pese a primar la temporalización lineal en las diferentes partes de la obra, el conjunto, se correspondería más con una temporalización múltiple o simultánea en la que a los personajes les suceden anécdotas y situaciones, en diferentes espacios desdoblados, al mismo tiempo que a otros les suceden otras. O incluso, que se lleguen a mezclar esas anécdotas o situaciones.

Esto da origen a un ritmo rápido a la historia donde parece ser que el narrador sólo cuenta lo importante, no deteniéndose en lo accesorio.

Espacio.

Como hemos señalado cuando nos referíamos a los personajes, es muy importante, en este libro, el tratamiento del espacio. Nos encontramos con una novela situada geográficamente en Alejandría, una ciudad Mediterránea, con su luz, con su clima y con sus condiciones atmosférica peculiares. Esto influye en la historia en la medida en que influye en los protagonistas.

Por otro lado tenemos la pensión. Centro neurálgico de todos los personajes que aparecen en la novela e importante pilar sobre el que se sustenta ésta. La acción transcurre mayoritariamente entre sus muros, al igual que dentro de éstos pasan las cosas más significativas.

Lenguaje.

Miramar es una novela escrita con una prosa rápida y fácil, con predominio de diálogos y algún que otro monólogo.

El lenguaje es asequible, aunque a veces el autor utiliza términos del árabe que dan más autenticidad al relato como fellaha al referirse a la campesina Zohra, ferekeeko, (el equivalente a nuestro tío coloquial), que utiliza continuamente Mansour Bahy, o expresiones y frases hechas típicas de la cultura y la religión árabe como son las referencias a Dios.

En general, utiliza un lenguaje sencillo y coloquial, por el predominio de diálogos que hemos comentado, y a penas se observan las diferencias de cultura en los personajes que forman la novela.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Acerca de... Miramar


He de decir que tenía ciertas reticencias a la hora de adentrarme en la Literatura árabe. Quizás eran prejuicios infundados desde que cursé primero de Filología Árabe y toda la literatura a la que se hacía referencia era al Corán y a poemas clásicos de autores difíciles de nombrar.

A pesar de todo, siempre me ha llamado la atención esta cultura y después de dos viajes al Magreb, me llamó aún más la atención su gente.

Por este motivo, decidí volver a darle una oportunidad al árabe (no como idioma esta vez, sino como literatura) y la verdad es que me ha sorprendido gratamente.
Recuerdo en la presentación de la asignatura que se habló de cómo en la literatura actual, los autores árabes trataban los mismos temas que los occidentales europeos y, ciertamente, pensé que era un comentario exagerado.

Pero realmente, con Miramar sucede así. El autor trata temas universales y sus personajes viven como vivirían en un país occidental. No quiero que se me malinterprete con este comentario, en el sentido de que no crea que puedan estar capacitados para hablar de lugares comunes sino que como he dicho anteriormente, el único acercamiento a la literatura árabe lo tuve con los versos del Corán y algún poeta clásico, por lo que tenía la falsa idea de que los árabes escribían de su religión y del amor (la ignorancia de una servidora llega hasta ese punto) y precisamente, esos temas religiosos o de amor cortés, no son mis preferidos.

Así que Miramar no sólo me ha encantado como novela, sino que me ha parecido deliciosa. El estilo de Mahfouz me ha encandilado y me ha permitido romper con esos prejuicios ignorantes que poseía antes de coger este libro.

La historia contada desde las cuatro voces me ha parecido innovadora y muy rica para aportar detalles que de otro modo pasarían inadvertidos. Los personajes se han construido de una manera correcta y sutil y con una prosa muy llana y sencilla.

Y Alejandría…, siempre presente en la historia. Dan ganas de ir y buscar si todavía existe Miramar…

pequeña introducción

Comienzo este blog con Mahfuz. he de reconocer que tenía mis reticencias a leer literatura árabe moderna y con este libro, Miramar, que además abre este nuevo blog, me he desprendido de los prejuicios sin fundamento que me decían que los árabes escribían todavía como sus clásicos.