Dentro del Ciclo de Teatro para bebés Rompiendo el cascarón, que se realiza en el Teatro Fernán Gómez - Centro de Arte de Madrid, hemos podido disfrutar de Anda, una pequeña obra de treinta minutos escasos de duración en la que se intenta narrar todo aquello que sucede durante el periodo comprendido entre la gestación y el nacimiento de un ser humano, y donde, a través del cordón umbilical, madre e hija dialogan, se descubren secretos y se reconocen y susurran, andando juntas por el camino que han de transitar hasta el nacimiento.
Esta obrita para bebés, para edades recomendadas entre 6 meses y 3 años, pretende acercarnos a lo que siente una mujer cuando está embarazada y a todo lo que le supone tener el bebé que espera, combinando la invención de todo un mundo que aflora dentro de una barriga con los sentidos más básicos que fluyen entre el no nacido y su futura madre: sonidos de música y murmullos de tripas, tacto de los cambios de posición o roces del bebé, gusto de sabores que pasan de la boca al ombligo, olfatos agudos que provocan nauseas y la vista reflejada sobre la gran barriga blanca, donde se imagina lo que será un nuevo ser, sus andanzas y aventuras por el mundo que le espera.
Pese a contar con una sola intérprete, Eugenia Manzanera, el montaje requiere una compleja puesta en escena desde el punto de vista técnico, ya que combina a la perfección videos, sonidos e iluminación sobre un vestido blanco que porta la actriz y que a su vez, hace las veces de vientre materno. Se combina la performance con el videoarte en algunas ocasiones, creando una sensación tremendamente onírica y sensorial donde el espectador puede intentar identificar sonidos desconocidos para los adultos y, quién sabe si reconocidos por los más pequeños, aquéllos que tienen más reciente la estancia en ese mundo interior confortable, húmedo y caliente.
Son textos poéticos en algunas ocasiones, dirigidos al público adulto, y quizás resulten “aburridos” para los niños, pero se alternan con otros donde no faltan las onomatopeyas y que se inspiran en la torpeza de los payasos de circo y en los clown, permitiendo a los niños soltar una carcajada y de este modo darse un respiro entre el misterio y la expectación que se crea en el escenario.
Es relevante el lenguaje corporal que utiliza la actriz debido a la edad del público objetivo de esta obra: se sirve de la mímica, de movimientos sencillos y sutiles que embelesan a los más pequeños, utiliza sonidos guturales, balbucea alguna palabra y cuida los gestos de su cara, dotándoles de mayor expresividad, quizás por verse privada de cierta movilidad en el escenario ya que la actriz permanece inmóvil durante gran parte del espectáculo, en el interior de su vestido blanco.
La escenografía se consigue en un espacio reducidísimo, no más de cuatro por cuatro metros donde luces y sombras, formas ovaladas y utilería en color blanco hacen muy agradable y plácida la representación. El público ocupa su espacio de sala sobre asientos puf y cojines que están dispuestos en la moqueta, a ras del escenario y a un metro escaso de éste.
Al final de la representación, un globo aerostático sujeto por la actriz con una pértiga se acerca a los niños uno por uno, con una luz interna, en un intento de iluminar a los protagonistas verdaderos de la obra de teatro y permitiendo a los bebés más atrevidos traspasar la cuarta pared y colarse en el escenario como si también quisieran formar parte del él.
La sensación de tranquilidad y sosiego que siente un adulto al ver la obra no sé si puede ser comparable a la que vive un niño, al igual que no sabemos si los más pequeños son capaces de reconocer e identificar lo que sucede en el escenario y asumirlo como una vivencia reciente y propia, lo que sí se percibe es que disfrutan de la experiencia como si entendiesen todo, con los ojos bien abiertos, sin dejar de prestar atención a lo que escuchan y a lo que ven, y expresan todo tipo de emociones y sentimientos que van desde el llanto a la carcajada, pasando por el miedo y el nerviosismo de alguien que no sabe lo que va a pasar entre esas cuatro paredes que forman el espacio escénico, porque se trata de un espectador puro, que no sabe de teatro ni de representaciones, y poder contemplar eso, ser espectadores de la primera vez que alguien experimenta el teatro, es el verdadero deleite de esta obra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario