1.
Breve introducción al tratamiento del mito de Hipólito en la literatura griega
y latina.
El tema de las obras que versan sobre el mito de Hipólito se
remonta a una vieja leyenda que está relacionada con el culto a Poseidón en la
cual se narra la violenta muerte del héroe Hipólito.
Se sabe con certeza que con anterioridad a la obra de Séneca,
existieron cinco versiones del mito realizadas por distintos autores: dos de
Eurípides (Hipólito velado e Hipólito coronado); una
de Sófocles que no conservamos (Fedra);
otra de Licofrón (Fedra) que también
se ha perdido y la cuarta Heroida de
Ovidio (Fedra a Hipólito).
La mitología cuenta como Hipólito, hijo de
Teseo y la amazona Antíope (otras versiones del mismo señalan como su madre a
Melanipa o a Hipólita), un gran amante de la caza, veneraba a la diosa de esta,
Ártemis y detestaba a la diosa del amor, Afrodita. Ésta, en venganza, decidió
que su madrastra Fedra se enamorase de él. Hipólito la desprecia y Fedra se
suicida, no sin antes escribir en una tablilla que Hipólito había tratado de
violarla.
Cuando regresa Teseo y ve lo ocurrido, clama
venganza a Poseidón (abuelo de Hipólito), quien envía un monstruo marino y
mientras Hipólito cabalga con sus carro, es sacudido y arrastrado por sus
mismos caballos.
Ártemis, entonces, rogó a Asclepio para que
resucitara al joven, que fue transportado por la propia diosa a su santuario de
Aricia (Italia) y fue identificado por Virbio, compañero de la diosa.
2. Sobre
la estructura del texto dramático.
Comenzamos el
análisis y la comparativa con el sustancioso tema de la estructura. Según el
modelo clásico definimos estructura dramática como una serie de sucesos
relacionados con arreglo a una lógica y necesidad determinada (trama), que unos
seres (personajes) viven en un lugar y un tiempo y que van a dar un sentido
específico a todos los diversos elementos que intervienen en ello.
Vamos pues a
analizar esos elementos con el fin de concluir qué partes son coincidentes en
ambas tragedias y cuáles difieren.
Podemos distinguir
varios elementos que se insertan dentro de dicha estructura del texto
dramático. El primero de ellos sería la trama. Por trama se entiende la serie
de sucesos ordenados de la forma más conveniente por el dramaturgo para
conseguir el efecto deseado de la acción. Esa acción provocará el conflicto
(que veremos más adelante) y será la responsable de canalizar y mostrar el
enfrentamiento entre las partes en la pugna de la trama. Por tanto, podemos
señalar que la trama es similar en ambas obras, aunque con algunos matices que
ahora veremos.
En la
obra de Eurípides, Afrodita, dolida por el rechazo que sufre por parte de
Hipólito, quien solamente adora a Ártemis y se mantiene puro y virgen, decide
llevar a cabo un vengativo plan haciendo que Fedra, la madrastra de éste, se
enamore perdidamente de él.
En la
versión que hemos conservado, el segundo Hipólito,
Fedra guarda su secreto e intenta que gane la batalla la razón frente al amor.
Finalmente,
descubre a su nodriza su secreto y ésta, para apaciguar el dolor de su ama,
habla con Hipólito, quien la rechaza e insulta.
Fedra
se ahorcará para salvar su honor y en un afán de venganza contra quien la ha
rechazado escribirá una tablilla en la que inculpa a Hipólito de haberla acosado.
Cuando
Teseo regresa y lee la tablilla, enfurecido, le pide a Poseidón que mate a su
hijo y lo destierra. Un mensajero llega a palacio y le cuenta cómo ha sufrido
el accidente Hipólito produciendo la alegría en Teseo.
Esto
hará que intervenga Ártemis, contándole a Teseo la verdad de lo sucedido y provocando
en Teseo la desgracia. Ártemis, en un diálogo con el malherido Hipólito,
prometerá vengarse de la causante de su muerte, Cipris Afrodita.
En Fedra, de Séneca, la trama argumental se
podría resumir de la siguiente manera: Fedra trata de seducir a su hijastro
Hipólito mientras Teseo se halla ausente en los Infiernos. El muchacho, que se
mantiene virgen, dedicado al culto a Diana y a la cacería, rechaza horrorizado
las proposiciones de su madrastra y huye lejos.
Al regreso de
Teseo, la nodriza y Fedra calumnian a Hipólito, diciéndole a su padre que ha
intentado violar a Fedra.
En su cólera,
invoca Teseo a Neptuno contra su hijo Hipólito y el dios hace salir del mar un
monstruo que espanta a los caballos, los cuales derriban al joven del carro y
lo arrastran, destrozándolo.
Ante los restos de
Hipólito, confiesa Fedra su crimen y se suicida. Teseo, afligido por los hechos
y arrepentido por haberse dejado llevar por la ira, ordena recoger los miembros
esparcidos de su hijo y darles sepultura.
Para
Séneca la piedra angular sobre la que se sostiene la tragedia será Fedra (y así
lo hace constar en el propio título de la obra) ya que todos los conflictos
confluyen en ella o salen de ella, por tanto es el foco de la acción dramática.
En
Eurípides vemos que la responsable es Afrodita, quien actúa con despecho por no
ser agasajada por Hipólito. Esto también lo comparte Séneca, quien cree que la
culpable es la fuerza del amor.
En
cualquier caso, el amor posee a Fedra y la precipita a la fatalidad. En Eurípides
este amor se describe como una enfermedad y así lo reconoce Fedra y ésta estará
dispuesta a dejarse llevar por él.
Al contrario sucede con Séneca, cuya misión
es mostrarnos los efectos negativos que provoca el dar rienda suelta a las
pasiones. Esto lo consigue haciendo una serie de variaciones del texto de
Eurípides como, por ejemplo, suprimir el parlamento del éxodo donde Ártemis
descubre a Teseo su error trágico a modo de dea
ex machina por la confesión de Fedra a su marido.
Otro
aspecto a tener en cuenta son la diferentes formas en las que Fedra se quita la
vida; con Eurípides, Fedra se ahorca y con Séneca, se suicida con la espada de
Hipólito ante la mirada de Teseo y tras confesarle a éste la verdad.
Por tanto, el
conflicto que impulsa la trama en ambas tragedias es el mismo y surge con gran
intensidad: Fedra, enamorada de su hijastro, que no la corresponde, lleva a la
perdición a padre e hijo y ella misma se da muerte. Este conflicto va a ser el
que llegue hasta el final de la ficción, el que canalice la lucha de los
personajes (del triángulo amoroso Fedra- Hipólito- Teseo) y en el que está
encarnado el tema profundo de la obra.
En todo conflicto
dramático se parte de alguien que es dueño de una situación establecida, y de
otro personaje que intenta modificar esa situación por unas razones
determinadas. Al que quiere cambiar la situación se le llama protagonista
(Fedra tiene una meta incompatible con el statu
quo en el que se encuentra ya que su
amor con Hipólito es incompatible), y al que trata de mantenerla antagonista (Hipólito).
En este caso, el clímax de la tragedia finaliza cuando el protagonista acepta
que su meta es inalcanzable (Fedra se quita la vida).
La siguiente
variable importantísima en una estructura dramática y sin la cual no podría
existir el drama es el incidente desencadenante. Se trata de un tipo de
acontecimiento que sucede en el transcurso de la obra y que tiene como
finalidad activar la causalidad del desarrollo de la historia. En la tragedia
de Eurípides este incidente será cuando Fedra confiesa a su nodriza que está enamorada
de su hijastro. Por el contrario, con Séneca, es la propia Fedra la que da el
paso y confiesa su amor al joven.
Para concluir este
apartado, quedaría hablar de la estructura propiamente dicha, que en ambas
obras se corresponde con la estructura clásica que divide la obra en
planteamiento, nudo y desenlace. El drama de Séneca, se rige además por las
indicaciones que da Horacio en su Epístola
ad Pisones, cuando dice que un drama debe constar de cinco actos. En
estos actos encontramos la estructura básica de la tragedia con su Prólogo, Párodos, Estásimos y Éxodo.
En cualquier caso,
podríamos señalar otros componentes de la acción presentes en ambas obras:
El error trágico,
también denominado hamartía, es clave
en estas tragedias como suele ser habitual. En este caso, por un lado, lo
comete Fedra al enamorarse locamente de su hijastro. En la obra de Eurípides
más que un error es un “pecado” lo que comete y no precisamente por ignorancia
o yerro, sino por exigencias de los dioses, como castigo por el menosprecio que
recibe Afrodita por parte del joven célibe. Por otro lado, lo comete Teseo,
suplicando la muerte de su hijo y, por tanto, provocándola.
Otro aspecto que
irremediablemente ha de aparecer en una tragedia griega es el lance violento o
catástrofe que es la acción destructora a la que llevan todos los
acontecimientos. En ambas obras, este lance violento será todo lo que sucede
desde la confesión de la nodriza a Hipólito hasta la muerte del mismo, es decir,
todo lo que acontece hasta la destrucción de la familia.
3. Los
dramatis personae.
3.1. Tipología de los personajes.
Si
para tratar este punto nos basamos en lo que la historia del personaje nos ha
ido mostrando a través de un recorrido por los mismos, podemos clasificar a los
caracteres que aparecen en nuestras obras dentro de las siguientes tipologías.
Para
empezar, analizaremos los personajes de la obra de Séneca que aparecen en las
didascalias:
Hipólito:
podemos definirlo como un personaje arquetípico, ya que encarna aspectos del
carácter cultural y se termina configurando en un personaje mito.
Fedra:
también sería un personaje arquetípico porque constituye la base para que
posteriores dramaturgos se surtan de ese mito en sus obras convirtiéndose en
paradigma de la liberación sexual de la mujer.
Nodriza:
este personaje pertenece a la tipología de rol puesto que está
caracterizado por el papel que ocupa en la estructura dramática.
Teseo:
el personaje de Teseo, como el de Hipólito y Fedra, se constituye como
personaje arquetipo.
Mensajero: es
un ejemplo de personaje estereotipado porque se trata de un personaje
secundario con pocos rasgos comunes de carácter tópico.
Coro de mujeres
cretenses: al tratarse de un
conjunto de personajes, englobados como un todo, no se puede definir su
tipología individual.
En cuanto a la obra
Hipólito, sus personajes son los siguientes:
Afrodita: se
trataría de un personaje alegoría al ser la encarnación del amor.
Hipólito: también
en esta obra el personaje de Hipólito es un arquetipo, por los motivos
explicados unas líneas más arriba.
Coro de cazadores:
al igual que sucedía con el coro de mujeres cretenses de la obra de Séneca,
tampoco aquí podemos analizar la tipología al ser un personaje coral.
Criado:
claro ejemplo de personaje estereotipo, que no ha llegado a constituir
tradición literaria.
Coro de mujeres
de Trozén: lo mismo que con los coros tratados anteriormente.
Nodriza:
personaje rol.
Fedra: personaje
arquetipo.
Teseo: personaje
arquetipo.
Mensajero: personaje
estereotipo.
Ártemis: al
igual que la diosa Afrodita, este personaje también es de la tipología de la
alegoría.
3.2. Características de los personajes.
Algunas de las
características básicas de los personajes son las que se mencionan a
continuación:
Hipólito: hijo de Teseo e Hipólita, venera
a la diosa Artemisa. Se dedica a la caza y a las carreras en el bosque,
desprecia a las mujeres y su amor. Se muestra fiel a su padre rechazando a
Fedra.
Físicamente nos lo describen como un hombre atractivo.
Fedra: hija de Minos y Pasifae, esposa
de Teseo. Siente una gran pasión por su hijastro y al ser rechazada por éste se
suicida. Es hechizada por Afrodita, por lo que no se la puede considerar
responsable de lo que le hizo a Hipólito.
Teseo: Hijo de Egeo y Etra, esposo de
Fedra. Destierra a su hijo por creerlo culpable de la muerte de Fedra y por
haberla seducido. No fue muy justo con su hijo pues le culpó sin antes
asegurarse de si era verdad lo que había sucedido.
Ártemis: Diosa griega de la caza y la
naturaleza, venerada por Hipólito. Es la que le dice la verdad de lo que ha
pasado a Teseo.
Afrodita: diosa griega de la belleza y del
amor. Ésta para vengarse de Hipólito hace que Fedra sienta un amor apasionado
por él, lo que les acarreará la desgracia.
Nodriza: ayuda en todo momento a Fedra
aunque se equivoca al contarle a Hipólito el amor que ésta siente por él.
Coro: Aparece a lo largo de toda la obra con sus cantos.
3.3. Principales diferencias.
Ante este catálogo de personajes podemos
sacar algunas conclusiones, ya que se observan diferencias entre ambas obras,
no sólo en cuanto al número de personajes, sino también en cuanto a algunas de
sus características o al tratamiento de las mismas.
La tragedia de Eurípides tiene un mayor número de personajes,
además cuenta con dos coros, uno, el de cazadores, que refuerza las palabras de
Hipólito, en el Prólogo y, otro,
formado por mujeres de Trozén, que en la Párodo nos pone en antecedentes de lo
que le sucede a Fedra; en el Estásimo I, ensalza los poderes del amor
y de su diosa, Afrodita, y en el Estásimo
II sirve para contar algo sucedido fuera de la escena, el suicidio de
Fedra. En el Estásimo III se produce un agón entre los dos
coros, más la figura individualizada del corifeo y en el Estásimo IV toman la
palabra el coro de mujeres quienes recalcan el poder de Afrodita y la proclaman
soberana con “poder supremo”. Para finalizar, en el Éxodo, son las mujeres quienes narran la llegada del moribundo
Hipólito e interviene un coro final, que no se sabe si es de cazadores o
mujeres, donde aparecen elementos catárticos y además, especifica que ese dolor
y compasión que se ha de sentir, es más, si cabe, por ser sufrido por
personajes nobles, tal y como sucede en la tragedia.
El personaje de Hipólito apenas varía en
las obras (al contrario que el de Fedra), siempre se muestra como el héroe
excepcional y arrogante que al final sucumbe en la desgracia.
Fedra, por el contrario, es la que ha de cargar con la culpa
trágica pero su personaje tiene un tratamiento diferente en cada obra. Eurípides
representa a una Fedra temerosa de sus sentimientos y que lucha por aquello que
su innata nobleza le indica que es justo.
Séneca, por el contrario, nos muestra una Fedra que aunque se debate entre la
razón y el furor, finalmente no pone cortapisas en confesar sus sentimientos a
Hipólito.
4. El
espacio y el tiempo.
4.1. El espacio teatral.
Como sucede con el
tiempo, el espacio en el teatro se diferencia del espacio en la vida real.
Aunque nuestras tragedias se desarrollen en Atenas o sus alrededores (tal y
como señala la obra de Séneca) sabemos que el escenario es una representación
de Atenas y en ningún caso es la ciudad real.
El espacio se clasifica en torno a
tres planos:
a) Espacio diegético o argumental:
constituye el conjunto de los lugares ficticios que intervienen en el argumento
por cualquier procedimiento representativo (espacial o verbal, dramático o
narrativo, etc.)
b) Espacio escénico: el real de la
escenificación, es decir, el escenario donde se representará el drama.
c) Espacio dramático: es la manera de
representar los espacios ficticios del argumento en los espacios reales del
edificio teatral.
4.1.1. Estructura espacial.
La estructura
espacial en una obra de teatro se corresponde con la representación de los
distintos lugares que aparecen en una obra teatral.
La estructura
tradicional, y la que se corresponde con la unidad de lugar, es aquella que
solo cuenta con un espacio único para llevar a cabo toda la trama argumental,
con sus conflictos, personajes, etc. Esta información suele extraerse de las
acotaciones del autor y a juzgar por las de la obra de Eurípides, podemos
aventurar que esta obra pertenece a esta tipología puesto que no se hace más
referencias al espacio en toda la obra salvo en la acotación del comienzo del Prólogo donde señala que “la acción se
desarrolla ante las puertas del Palacio de Teseo en Trozén”.
Un segundo tipo de
espacio será aquel que se desarrolla en diferentes lugares y se denomina
espacio múltiple. Este espacio, en la representación, puede desarrollarse de
una manera sucesiva (el escenario muta para desarrollar otros espacios) o
simultaneo (se puede utilizar en momentos concretos pero dificulta el
seguimiento de la trama por parte del espectador).
En la obra de
Séneca, pese a tampoco contar con acotaciones, podemos señalar que se trata de
un espacio múltiple puesto que de los parlamentos de los personajes sí que
podemos vislumbrar que están en diferentes lugares. Por ejemplo, en la monodia
con la que Hipólito abre el primer acto, hace referencia a una escena de caza y
luego, en el acto segundo, Fedra aparece en las habitaciones de Palacio.
4.1.2. Grados de representación del espacio.
El principio básico
de la dramaturgia del espacio es la oposición entre espacio visible e invisible
o lo que es lo mismo, espacio patente, latente y ausente.
El espacio patente
(visible) es la base de la representación, es donde se representa el espacio
ficticio.
El espacio latente es un
espacio invisible y se presenta como la parte contigua al espacio patente y que
es visible para los personajes. Cualquier parte del palacio donde viven Fedra y
Teseo y que no aparezca en escena se corresponde con este espacio latente.
El espacio ausente o
autónomo es un espacio invisible tanto para los espectadores como para los
personajes. Un ejemplo de este espacio sería los Infiernos en la obra de
Séneca, donde se encuentra Teseo desde que comienza la obra o el lugar hacia
donde huye Hipólito cuando es desterrado.
4.2. El tiempo teatral.
El
tiempo en la representación teatral ha tenido diversas normativas según los
preceptos de todos los tiempos. En el teatro, al ser todo urgente, puesto que
se debe meter la vida de unos personajes en un par de horas, hay que decidir
sus textos y acciones en función de las limitaciones que este marca.
Podemos
encontrarnos con distintos planos de tiempo teatral:
a) Tiempo diegético o argumental: es
el tiempo de la ficción, de los sucesos mostrados y de los referidos.
b) Tiempo escénico: sería el
transcurso de la representación. Este tiempo no podríamos analizarlo en este
trabajo porque nos basamos en el texto y no en la escenificación del mismo.
c) Tiempo dramático:
es la manera en que se “introduce” el tiempo argumental (toda la vida de un
personaje, unos meses, etc.) en el tiempo de la representación. Para ello, se
utilizan diversos mecanismos denominados nexos temporales como lo son la
elipsis, el resumen temporal, la pausa, la suspensión temporal, etc.
En ambas obras, la
función de algunos de los diálogos de los coros es la de resumir lo que ha
sucedido en un tiempo escénico considerablemente menor. Esta función también la
suele hacer el personaje del mensajero, tal y como sucede en el Episodio IV del Hipólito de Eurípides.
4.2.1. Estructura temporal.
La forma de
organizar el tiempo en ambas obras es la misma, se trata de una estructura
lineal en la que las cosas suceden mientras la historia avanza.
4.2.2. Grados de representación del tiempo.
En cuanto a los
diferentes grados de representación de ese tiempo tenemos:
El tiempo patente se
corresponde con el tiempo escenificado, es decir, aquellos momentos a los que
asistimos como público durante la representación o como lectores de la obra.
El tiempo latente es la
suma del tiempo que se representa y el que se elide.
El tiempo ausente será el
tiempo aludido que sucede antes o después.
5. El lenguaje dramático.
5.1.
Didascalias y acotaciones.
Sobre este punto ya habíamos comentado
anteriormente que no encontramos en los textos demasiadas didascalias o
acotaciones salvo aquellas que hacen referencia a los dramatis personae o a los
prólogos de ambas obras, si estos caben dentro de la definición del primero de
los términos.
En Fedra,
podemos encontrar alguna acotación breve que indica a quién está dirigido un
diálogo o el modo en el que abandona un personaje la escena. Por lo general son
pinceladas cortas que no revisten mayor importancia que la de aclarar algún
aspecto concreto.
5.2.
Formas del diálogo dramático.
Se denomina diálogo a las palabras que dice
cada personaje dentro de una situación imaginaria. Las formas en que éste se
manifiesta en el texto son las siguientes:
a)
Coloquio: como por ejemplo, el que mantienen la nodriza y Fedra.
b)
Soliloquio: las intervenciones del coro cuando están hablando con algún
personaje pero éste no interviene.
c)
Monólogo: la monodia inicial de Hipólito en Fedra
o la que comienza Afrodita en Hipólito.
d)
Apartes: se encuentran bastantes en la obra de Séneca, no así en la de
Eurípides. En los versos 580, 594, 634, etc. de Fedra hay algunos ejemplos.
e)
Apelación: la obra de Eurípides se cierra con una apelación directa al público
por parte de un coro a modo de epílogo. Dice así:
“Público
duelo alcanza de improviso
a
todos los ciudadanos.
Un
torrente será de muchas lágrimas:
Historias
de dolor calan más hondo,
si
se cuentan de gente poderosa”.
6. Conclusiones.
Finalmente para concluir trataremos en este
apartado dos aspectos que por la forma de este trabajo se nos haya quedado sin
comentar y merece la pena aludirlos aunque sea brevemente.
Por un lado, vamos a tratar la finalidad de
las obras, asunto muy debatido durante toda la historia del teatro. Un creador
además de tener un universo creativo propio da un punto de vista personal, a
través de su obra, a la relación sujeto-mundo.
De la doble finalidad del teatro que desde
Horacio hasta hoy ha traído de cabeza a tantos dramaturgos, Séneca se basa en
la enseñanza (docere) ya que para él
el drama sirve para que el espectador deje de cometer ciertos actos que
aparecen en las tragedias y que son reprobables en cuanto a su moral.
Para Séneca la tragedia sirve para aleccionar
sobre la vida real ya que es un espejo en el que se refleja la realidad (el
concepto de mímesis que defendía Aristóteles) convirtiéndose en un mecanismo de
disuasión para corregir un mal proceder.
Por otro lado, y para finalizar, no hemos
mencionado la diferencia más clara que se presenta en cuanto nos acercamos a
las obras y que por obvia hemos dejado de tratar. El título. Eurípides opta por
el nombre del personaje masculino, del antagonista de Fedra pero será ésta la
que dé título a la obra de Séneca ya que ha sido quien ha fascinado al público
y a los dramaturgos de todas las épocas.
6.
Bibliografía.
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Urcitana. Revista semestral de iniciación a la investigación 2, 1-14.
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Realizado en septiembre de 2012.